Tesla ha sido, durante años, el sinónimo indiscutible de vehículo eléctrico. No solo por ser pionera, sino también por marcar el ritmo de innovación, diseño y popularidad en un sector que hoy vive su auge definitivo. Sin embargo, todo liderazgo tiene fecha de revisión. En los últimos tiempos, el fabricante estadounidense se ha enfrentado a una competencia feroz y a problemas de imagen, ocasionados en no pocas ocasiones por la más que cuestionable política de comunicación de Elon Musk, que empiezan a reflejarse en sus cifras de ventas, también en mercados como el nuestro.
Los datos publicados por la patronal ANFAC indican que las ventas de coches nuevos de Tesla en España cayeron un 36 % en abril de 2025 respecto al mismo mes del año anterior, con solo 571 unidades matriculadas. El dato no es anecdótico: en el acumulado de los cuatro primeros meses del año, el descenso es del 17 %, mientras que el conjunto del mercado de vehículos electrificados —que incluye eléctricos puros e híbridos— creció un 54 % en ese mismo periodo.
Este contraste evidencia un cambio de tendencia preocupante para la marca dirigida por Musk. Mientras el resto del sector acelera, Tesla parece haber perdido impulso. La explicación es múltiple: a la creciente presión de los fabricantes europeos se suma ahora el empuje imparable de las marcas chinas, cuya oferta es más variada y, en muchos casos, más asequible. En lo que va de año, BYD ha incrementado sus ventas en España un 644 %, MG un 80 % y Omoda un 346 %. Las cifras hablan por sí solas.
A estos retos comerciales se suma un problema más difícil de cuantificar pero igualmente relevante: la figura de Elon Musk. Su alineamiento con posturas políticas de extrema derecha en Europa y Estados Unidos ha provocado protestas, vandalismo contra instalaciones de Tesla y una creciente controversia en redes sociales. Aunque el propio Musk ha declarado recientemente que dedicará menos tiempo a la política y más a la gestión directa de la compañía, el desgaste reputacional en el sector ya está hecho, y se suma al que ya se ha ido contruyendo anteriormente con su errática y muy cuestionable gestión de Twitter.
La caída en las ventas de Tesla no implica un retroceso de la movilidad eléctrica en España. De hecho, es todo lo contrario. Lo que está ocurriendo es que el mercado se ha diversificado, y lo que antes era una oferta limitada dominada por una sola marca ahora se ha convertido en un ecosistema plural y competitivo. El consumidor tiene más opciones, y cada vez más razones para mirar más allá del logotipo de la “T”.
Habrá que observar si esta tendencia se mantiene en los próximos meses o si Tesla consigue reaccionar, ya sea con nuevos modelos, con ajustes en precios o, simplemente, con una estrategia más afinada en su comunicación. La competencia no va a bajar el ritmo, y los países europeos —incluida España— están cada vez más volcados en impulsar la electrificación de sus parques móviles.
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