Cuando Apple anunció el Vision Pro en 2024, el entusiasmo fue palpable. No era solo el primer gran lanzamiento de hardware de la compañía en años, sino también su incursión en el terreno de la realidad mixta, un campo que prometía revolucionar la forma en que interactuamos con el mundo digital. Pero, un año después, la realidad es menos brillante: muchos de los primeros compradores se arrepienten de haber pagado los 3.500 dólares que cuesta el dispositivo.
Según leemos en The Wall Street Journal, para algunos, el problema comienza con el peso. El Vision Pro, que oscila entre 600 y 650 gramos, es significativamente más pesado que otros visores de realidad mixta, lo que provoca fatiga en el cuello tras sesiones relativamente cortas. Dustin Fox, un agente inmobiliario de 46 años, reconoce que no puede usarlo más de 20 o 30 minutos sin sentir molestias. “Es demasiado pesado”, comenta, y admite que ha usado el dispositivo solo cuatro veces en un año. Ahora, el visor se acumula en un cajón junto a otros gadgets olvidados.
Otros, como Tovia Goldstein, destacan que el problema no es solo físico. Aunque inicialmente estaba emocionado con la idea de usar el Vision Pro para ver películas y series, se encontró con que, tras aproximadamente una hora de uso, el peso se convierte en un problema. Además, menciona la falta de aplicaciones realmente útiles y el tiempo que tarda el dispositivo en encenderse como otros factores que lo han llevado a abandonarlo. “No se lo recomendaría a nadie, a menos que seas muy rico y no sepas qué hacer con tu dinero”, concluye.
Yam Olisker, un joven de 20 años que incluso voló desde Israel a Nueva York para ser uno de los primeros en comprar el dispositivo, confiesa usarlo mucho menos de lo que esperaba. Aunque todavía lo disfruta para ver conciertos en 3D, como el de Metallica, admite que el dispositivo se siente «adelantado a su tiempo» y que muchas de las expectativas que tenía sobre su utilidad no se han cumplido.
Las experiencias negativas no se limitan al hogar. El Vision Pro también ha demostrado ser problemático en situaciones sociales. Anthony Racaniello, que intentó usarlo en un vuelo a Las Vegas, relata cómo los asistentes de vuelo simplemente ignoraron su presencia, asumiendo que estaba dormido debido al diseño del visor, que se asemeja a un antifaz. Intentar usarlo en la oficina tampoco resultó mejor; sus colegas se burlaron de su aspecto o le pidieron que se lo quitara. “El mejor cumplido que recibí fue una risa ligera y un ‘pareces un esquiador en el trabajo’”, recuerda. Finalmente, decidió vender el dispositivo por menos de la mitad de su precio original.
Aunque algunos, como Olisker, todavía encuentran usos puntuales para el Vision Pro, la mayoría de los primeros compradores parecen estar de acuerdo en que el dispositivo llegó demasiado pronto. Es una tecnología prometedora, pero las limitaciones actuales en términos de peso, confort y contenido disponible han demostrado ser barreras importantes para su adopción. Quizá en unos años, con mejoras significativas y un enfoque más claro, el Vision Pro encuentre su lugar en el mercado, pero por ahora, para muchos, sigue siendo una promesa incumplida.
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