«¡1.21 gigavatios! ¡1.21 gigavatios! ¡Cielo Santo!» Doc Brown (Back to the Future, 1985)
La visita a la catedral sufrió un repentino imprevisto. Juan se había dado cuenta desde el principio de la visita: el guía estaba muy nervioso. Se lo comentó a Elena (su pareja como le gustaba decir a ella, su novia como les gustaba etiquetarla a los padres de él) pero ella no interrumpió la grabación con el móvil «siempre igual de paranoico…» comentó sin dejar de sonreir a la cámara sin un atisbo de simpatía en el tono de la observación. Juan pensó que sí, que era un poco aprensivo pero este país le intimidaba, no conocía el idioma y la gente sonreía con demasiada facilidad. Desconfió del taxista que les recogió en el areopuerto, no estaba seguro de que el recepcionista del hotel les hubiera asignado la habitación que les correspondía, no tenía claro lo que le iba a cobrar la compañía de teléfonos por la conexión… y mientras tanto Elena devorando y cebando a las redes sociales con imágenes y vídeos sin pausa ni pudor ninguno. Menos mal que a ella no le interesaba que él apareciera. Bueno, en realidad tampoco parecía interesada en que se vieran los paisajes o los monumentos a juzgar por los encuadres verticales que hacía en los que apenas cabía su propia cara. Juan siguió observando al guía fingiendo interés por la fecha de instalación de las vidrieras y por el famoso orfebre que había decorado el retablo, «mundialmente conocido» según el guía y que todo el grupo fingió conocer asintiendo de forma gregaria y adocenada. Pero el guía estaba sudando y miraba de reojo constantemente al ábside (así lo había definido).
Elena se había perdido grabando un vídeo en una de las capillas, la de un santo con un águila (Juan Bautista según el guía) mientras el grupo seguía recorriendo la catedral evitando el altar mayor. Una de las señoras ancianas que venían en el grupo y que no se habían quitado la gorra roja a pesar de las miradas de desaprobación del sacristán que les había acogido a la entrada, perdió la timidez repentinamente y empezó a preguntar si había un punto de eco perfecto, si era cierto que había errores anatómicos intencionades en algunas de las figuras de las vidrieras, si el maestro del arquitecto era árabe como se decía y qué influencias había sufrido por la cábala… Una de sus amigas leía la pantalla del móvil para ir sugiriéndole las preguntas. Con infinita paciencia el guía contestó a todas, probablemente inventándose la mitad. Entonces Juan, aburrido del tedioso examen al que estaban sometiendo al guía, se distrajo y contempló el altar. Sin que el guía se diera cuenta se acercó para examinar las figuras de ese famoso orfebre desconocido. Había algunas escenas que debían haber sido sacada de los infiernos ya que representaban a demonios en laboriosa tarea de atormentar las almas de los pecadores. Una de las figuras representaba con notable detalle cómo uno de los demonios con inquietante serenidad arrancaba las entrañas a una mujer. Entonces notó un resplandor, un reflejo repentino en los ojos del ser infernal. Juan enseguida volvió a tener esa sensación tan familiar de que algo iba mal. Solo que más intensa de lo habitual.
En Ford siguen transformando nombres de modelos míticos de la marca en vehículos eléctricos y uno de los más recientes es el Explores. Aunque el nombre «Explorer» evoca imágenes de vastos paisajes americanos recorridos por recios vehículos todoterreno, el Ford Explorer eléctrico que llega a Europa es un concepto completamente diferente, una reinvención de un icono, diseñada específicamente para el Viejo Continente y sus particularidades que sigue los pasos del Mustang eléctrico aunque en otro segmento de mercado. Este movimiento estratégico de Ford no solo busca introducir un nuevo SUV eléctrico en un mercado en ebullición, sino también redefinir la propia identidad de la marca en la era de la electrificación.
Modelo analizado | Ford Explorer |
Motor y acabado | Premium Rango Extendido RWD |
Potencia | 286 CV |
Velocidad máxima | 180Kmh |
Aceleración o-100 | 6,4 s |
Largo/ancho/alto | 4468/1871/1630 mm |
Potencia máxima RPM | 286 CV |
Par máximo Nm/RPM | 545 Nm |
Caja de cambios | Automático |
Web | https://www.ford.es/ |
Precio | 47.035 euros |
El Ford Explorer original irrumpió en escena en marzo de 1990 reemplazando al Bronco II y estableciéndose como un referente en el exitoso mercado de los Sport Utility Vehicles (SUV) que no ha parado de crecer desde esos tiempos. Al principio estaba concebido como un SUV mediano tradicional con carrocería sobre bastidor al estilo de los todoterreno de siempre. Sin embargo el Explorer fue evolucionando a lo largo de sus seis generaciones adaptándose a las cambiantes demandas del mercado que pedía SUV más civilizados y prácticos y transformándose definitivamente en un crossover SUV a partir de su quinta generación en 2011.
Este nuevo Explorer eléctrico para Europa marca una ruptura radical con su linaje de combustión, del que Ford ha sido abanderado durante muchos años. No solo adopta una plataforma puramente eléctrica al utilizar la arquitectura MEB del Grupo Volkswagen, sino que también presenta un enfoque de diseño y ingeniería concebido desde cero para el mercado europeo con muchos detalles ajustados para enfrentarse a una competencia cada vez más aguerrida, especialmente la que procede de oriente.La utilización de un nombre con tanto peso histórico como «Explorer» es una estrategia que comenzó como hemos dicho con el Mustang, pero que va a continuar con el evocador Capri. En este caso el nombre del modelo transmite una imagen de robustez, aventura y fiabilidad en contraste con los aires deportivos que evoca el nombre Mustang.
Encrucijada eléctrica
Ford se encuentra en una encrucijada importante, con una presencia aún muy importante de su gama de combustión mientras que especialmente en Europa el mercado pide una transformación hacia la movilidad eléctrica y sostenible que supone un esfuerzo tecnológico y económico importante. Para este paso a la electrificación que ha dado ya sus primeros modelos ha creado la división «Model e». La compañía ha delineado una ambiciosa hoja de ruta para Europa, con el objetivo de comercializar más de 600.000 vehículos eléctricos anualmente para 2026 y alcanzar la neutralidad de carbono en todas sus ventas de vehículos y operaciones (fabricación, logística y proveedores) en el continente para 2035. Planes previos a los cambios políticos arancelarios vividos recientemente, todo hay que decirlo…
Como parte de esta ofensiva, Ford anunció la introducción de siete nuevos modelos totalmente eléctricos para el mercado europeo antes de finales de 2024: tres vehículos de pasajeros y cuatro comerciales. El Explorer eléctrico es una pieza fundamental de este plan, y su producción se centraliza en la planta de Ford en Colonia, Alemania, que ha sido modernizada con una inversión de 2.000 millones de dólares para convertirse en el Centro de Electrificación de Ford Colonia. La decisión de Ford de utilizar la plataforma MEB de Volkswagen para el Explorer EV es una jugada estratégica de gran calado. Esta colaboración permite a Ford acelerar significativamente el desarrollo de vehículos eléctricos específicos para Europa, estimándose un recorte de unos dos años en los plazos de desarrollo , y optimizar drásticamente costes de desarrollo.
Esto resulta vital para competir en un mercado de vehículos eléctricos que evoluciona a una velocidad vertiginosa sin esperar a nadie. Esta dependencia de una plataforma compartida también plantea un desafío considerable en términos de diferenciación para un consumidor que puede estar tentado a pensar que el Explorer eléctrico es simplemente «Volkswagen ID.4 con otro logotipo». Por lo tanto, Ford se enfrenta a la tarea crucial de demostrar que su aportación en áreas como el diseño exterior e interior, el software (con el sistema SYNC Move como protagonista), la puesta a punto específica del chasis y la experiencia de usuario global ofrecen un valor añadido tangible y distintivo. No es la única alianza a la que hemos asistido y probablemente tampoco será la única a la que asistiremos, dado el enorme coste de desarrollo de estas plataformas.
Un segmento muy activo
El segmento de los SUVs eléctricos es, actualmente, el de mayor crecimiento y por lo tanto uno de los más difíciles. El Ford Explorer eléctrico se adentra en un terreno donde deberá medirse con rivales ya consolidados como el omnipresente Tesla Model Y, recientemente renovado, y con una nutrida representación de modelos del Grupo Volkswagen que comparten su misma plataforma MEB, como el Volkswagen ID.4 e ID.5, el Skoda Enyaq iV o el Audi Q4 e-tron. A esta competencia se suman propuestas cada vez más sólidas provenientes de fabricantes asiáticos que compiten sin complejos en precio pero también en tecnología. El Ford Explorer eléctrico se presenta con una estética que busca un equilibrio entre la herencia de robustez americana y las exigencias de diseño contemporáneo europeo. Es un vehículo que no pasa desapercibido, con una personalidad marcada que lo distingue en el creciente panorama de los SUV eléctricos.
El Explorer eléctrico adopta un lenguaje de diseño bastante original, cosa difícil en un sector saturado, caracterizado por líneas predominantemente rectas y una postura más cuadrada y vertical en comparación con muchos de sus competidores directos que recuerdan al diseño del modelo del que hereda el nombre. Esta elección estilística busca transmitir una imagen de fortaleza y solidez con un frontal que sin duda es uno de sus rasgos más distintivos, presidido por una parrilla carenada (denominada «shield» por Ford) que integra de forma prominente el logotipo de la marca y está flanqueada por unos faros LED de diseño afilado. La firma lumínica, tanto delantera como trasera, dan una imagen muy particular a este vehículo.
La línea de techo se mantiene bastante horizontal, descendiendo de forma menos pronunciada que en algunos rivales con más deseo de transmitir deportividad, y los pilares oscurecidos contribuyen a crear un efecto de «techo flotante» propio de modelos más grandes que ya hemos visto en el Explorer americano y que aquí se reinterpreta. En cuanto a sus dimensiones, el Explorer eléctrico mide 4.468 mm de largo, 1.871 mm de ancho (sin contar los espejos retrovisores) y 1.630 mm de alto, con una distancia entre ejes de 2.767 mm. Estas medidas lo sitúan como un SUV de tamaño medio, siendo notablemente más corto que el Volkswagen ID.4 (aproximadamente 12 cm menos), una diferencia que se debe principalmente a un voladizo trasero más recortado lo que contribuye a sea imagen compacta y robusta que busca la marca americana.
Aunque se trata de vehículos conceptual y técnicamente muy diferentes, el Explorer eléctrico europeo toma cierta inspiración del «espíritu» y algunos rasgos característicos del Explorer americano. Elementos como la sensación general de robustez y el mencionado efecto de techo flotante establecen un aire de familia apenas sugerido como identidad de diseño auque el concepto sea radicalmente distinto y el objetivo también. Ford ha realizado una inversión considerable en el desarrollo de una carreocería e interior completamente nuevo y específico para este modelo, asentado sobre la plataforma MEB de Volkswagen pero desmarcándose totalmente de otros modelos basados en la plataforma. Este esfuerzo es fundamental para evitar que el vehículo sea percibido como un mero clon de los modelos del grupo alemán.
Aerodinámica cuidada
A pesar de su apariencia deliberadamente cuadrada, Ford asegura haber trabajado la aerodinámica del Explorer eléctrico para optimizar su eficiencia y por lo tanto su autonomía. Las llantas de aleación, que varían entre 19 pulgadas para el acabado Select, 20 pulgadas de serie para el Premium (como el de nuestra prueba) y opcionales de 21 pulgadas, presentan diseños específicos que buscan minimizar la resistencia al aire como ocurre en los modelos eléctricos de la competencia y que en este caso no suman a la imagen de robustez. La paleta de colores disponible para el Explorer eléctrico incluye opciones vibrantes y llamativas, como el «Blue My Mind», que realzan su carácter moderno. El acabado Premium de la unidad probada se distingue por detalles adicionales como los faros delanteros con tecnología Matrix LED, que permiten una iluminación adaptativa y más precisa.
Gracias al diseño cuadrado la habitabilidad interior es buena, pero es que además el habitáculo del Ford Explorer eléctrico representa un notable esfuerzo por parte de la marca para ofrecer un ambiente moderno, tecnológico y con una calidad percibida superior a la de algunos de sus modelos precedentes. El espacio interior, las soluciones de almacenamiento y, sobre todo, el nuevo sistema de infoentretenimiento SYNC Move, son fundamentales para ello. De esta forma Ford ha abandonado los acabados con plásticos más duros para las partes más a la vista con lo que ha aumentado la sensación de calidad. En el acabado Premium que pudimos probar utiliza una tapicería denominada Sensico, un material sintético que imita la apariencia y el tacto del cuero o el ante. Las primeras impresiones son una buena sensación al tacto y una apariencia de durabilidad bastante consistente.
El diseño del salpicadero es moderno y limpio. En el acabado Premium, destaca una barra de sonido integrada en la parte superior, perteneciente al sistema de audio Bang & Olufsen, que no solo busca ofrecer una experiencia acústica de calidad, sino también aportar un elemento de diseño distintivo. Los vehículos eléctricos, especialmente aquellos que se mueven en este rango de precios, compiten no solo en términos de tecnología y autonomía, sino también en la experiencia premium que son capaces de transmitir y el aislamiento acústico y la calidad del equipo de sonido son un elemento importante. Lo es también un interior bien rematado, con materiales agradables a la vista y al tacto. No hay que olvidar que los modelos eléctricos se instalan en una franja de precio medio alta y este nivel es el que cabe esperar por parte de los compradores.
En las plazas delanteras, el Explorer eléctrico Premium ofrece asientos de diseño deportivo con forma anatómica.El asiento del conductor cuenta con ajuste eléctrico de 12 posiciones, función de masaje y memoria, mientras que el volante, también calefactado de serie, contribuye al confort en climas fríos. Las plazas traseras se benefician de un generoso espacio para las piernas, una ventaja derivada de la plataforma eléctrica con suelo plano y del diseño cuadrado de la cattocería. La altura al techo es adecuada para la mayoría de los adultos, aunque algunos rivales como el Skoda Enyaq o el Tesla Model Y podrían ofrecer un margen ligeramente superior para pasajeros de talla más elevada. El suelo completamente plano facilita la vida a un eventual pasajero central, que no tendrá que lidiar con un túnel de transmisión como es habitual en estos modelos.
Maletero de buen tamaño
El maletero ofrece una capacidad de 450 litros con todas las plazas en uso, cifra que se amplía hasta los 1.422 litros si se abaten los respaldos de los asientos traseros, que cuentan con una división 60/40. Adicionalmente, dispone de un práctico espacio de almacenamiento bajo el piso del maletero que normalmente se destinará a los cables de carga. En el acabado Premium, el portón trasero puede contar con apertura y cierre manos libres con sensor bajo el parachoques. A pesar de ser más corto que el Volkswagen ID.4, Ford ha intentado maximizar la utilidad del espacio interior. Sin embargo, es innegable que el diseño exterior más compacto, con su voladizo trasero recortado, se traduce en un volumen de maletero algo inferior al del ID.4, que ofrece 543 litros. Este es un compromiso directo: una estética potencialmente más atractiva y una mejor maniobrabilidad percibida a cambio de una menor capacidad de carga bruta.
Ford ha implementado soluciones de almacenamiento inteligentes que marcan la diferencia en el día a día. La MegaConsole, situada entre los asientos delanteros, es un espacio de almacenamiento central de nada menos que 17 litros de capacidad. Es suficientemente grande como para albergar incluso un ordenador portátil de 15 pulgadas o varias botellas grandes de agua. Cuenta con divisores internos y portavasos extraíbles para una mayor versatilidad. Otro elemento ingenioso es el My Private Locker, un compartimento oculto y con cerradura que se encuentra ingeniosamente situado detrás de la gran pantalla del sistema SYNC Move. Estas características añaden un valor práctico significativo, muy apreciado por familias y usuarios que necesitan transportar objetos diversos de forma organizada y segura.
El sistema de infoentretenimiento SYNC Move es, sin duda, uno de los grandes protagonistas en el interior del Ford Explorer eléctrico y una de las principales apuestas tecnológicas de Ford para que este modelo sobresalga frente a la competencia. El elemento central es una imponente pantalla táctil vertical de 14,6 pulgadas (casi 15 pulgadas en diagonal). Su característica más original es su capacidad para deslizarse y pivotar en un arco de 30 grados. Este movimiento no es meramente estético; permite al conductor y al pasajero ajustar el ángulo de visión para una mejor ergonomía o para evitar reflejos, y también da acceso al compartimento oculto «My Private Locker» que mencionamos anteriormente y que está situado tras ella. SYNC Move presenta una interfaz gráfica moderna y, según las primeras tomas de contacto, fluida y responsiva. Ofrece conectividad inalámbrica para Apple CarPlay y Android Auto. La navegación está conectada a la nube e incluye un planificador de rutas específico para vehículos eléctricos, que tiene en cuenta paradas de carga y autonomía.
El acabado Premium se beneficia de un sistema de audio Bang & Olufsen de 10 altavoces, que incluye una característica barra de sonido integrada en el salpicadero como ya apuntamos. El sistema también cuenta con reconocimiento de voz mejorado, diseñado para entender comandos más naturales y la capacidad de recibir actualizaciones de software de forma inalámbrica. Con respecto a las generaciones anteriores, el nuevo SYNC Move ofrece una interfaz más intuitiva y más fluidez en general en cuanto a su funcionamiento que ya podía notarse en la versión 4 del sistema. Además y como avance importante en cuanto a diseño y ergonomía, esta versión pierde ese extraño dial incrustado en la parte inferior de la pantalla que podíamos ver en generaciones anteriores del sistema de información y entretenimiento de Ford.
Una mecánica VW
Antes de entrar en las pruebas de conducción vamos a repasar la parte mecánica, en este caso totalmente eléctrica, del Explorer. Consiste en un sistema de propulsión que, si bien comparte componentes con el Grupo Volkswagen, ha sido objeto de una puesta a punto por parte de Ford para intentar infundirle el carácter dinámico que se espera de la marca del óvalo. La versión que protagoniza esta prueba, la Premium RWD (tracción trasera), está impulsada por un motor eléctrico síncrono de imanes permanentes situado en el eje posterior. Este propulsor entrega una potencia de 210 kW, equivalentes a 286 CV, y un generoso par motor instantáneo de 545 Nm. Estas cifras se traducen en unas prestaciones potencialmente ágiles para un SUV de su tamaño y peso (que ronda los 2.100 kg en orden de marcha). El Explorer eléctrico RWD de 286 CV es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 6,4. La velocidad máxima, como suele ser habitual, está limitada electrónicamente, en este caso a 180 km/h.
En el apartado de acumulación de energía, el Explorer utiliza una batería de iones de litio con química NMC (Níquel Manganeso Cobalto). Esta tecnología ha sido elegida por Ford, en consonancia con su socio tecnológico Volkswagen para esta plataforma, debido a su buena densidad energética y su rendimiento probado en los variados climas europeos, desde el frío escandinavo hasta el calor mediterráneo. Para la versión Extended Range RWD (Autonomía Extendida con Tracción Trasera) de 286 CV, la batería tiene una capacidad bruta de 82 kWh, de los cuales 77 kWh son netos o utilizables. Es importante notar que existen otras configuraciones de batería para otras versiones del Explorer eléctrico, como una de menor capacidad (Standard Range, con unos 52-55 kWh netos) y una ligeramente diferente para la versión de tracción total (AWD), que cuenta con 79 kWh netos. Cada una con una variación de precio que puede ser significativa. En cuanto a la autonomía, las cifras homologadas según el ciclo WLTP para el Explorer Premium RWD con la batería de 77 kWh netos se sitúan en el entorno de los 570 km.
El consumo homologado WLTP para esta versión se sitúa entre 13,9 y 14,7 kWh/100 km. Para optimizar el rendimiento y la longevidad de la batería, el Explorer eléctrico cuenta con un sistema de gestión térmica activa, que incluye refrigeración líquida y, opcionalmente, una bomba de calor. La bomba de calor es especialmente útil para mitigar la pérdida de autonomía en climas fríos y para asegurar velocidades de carga rápida consistentes. Además, el sistema permite el preacondicionamiento de la batería, ya sea de forma manual o automática a través del navegador cuando se planifica una ruta con paradas de carga en corriente continua (DC), lo cual es vital para alcanzar la potencia de carga máxima. La química NMC es una elección habitual para baterías de largo alcance que buscan un equilibrio entre densidad energética y vida útil4, y la correcta gestión de su temperatura es clave para su rendimiento a largo plazo.
Hecho para viajar
En cuanto a la carga rápida en corriente continua (DC), fundamental para viajes largos, la versión RWD con batería de 77 kWh admite una potencia máxima de 135 kW mientras que la versión AWD con la batería de 79 kWh netos puede alcanzar picos de hasta 185 kW. Para el modelo de nuestra prueba, Ford indica que el tiempo necesario para cargar la batería del 10% al 80% de su capacidad es de aproximadamente 28 minutos en condiciones óptimas de temperatura de batería y potencia del cargador. Para facilitar la experiencia de carga en puntos públicos, el Explorer eléctrico es compatible con el estándar Plug & Charge (ISO 15118). Esta tecnología permite que el vehículo se comunique directamente con el cargador compatible, automatizando el proceso de autenticación y pago sin necesidad de tarjetas o aplicaciones móviles. Además, el vehículo soporta la carga bidireccional (al igual que otros modelos del Grupo Volkswagen que utilizan esta misma batería.
En el entorno urbano, el Explorer eléctrico se desenvuelve con una agilidad que puede sorprender para un SUV de sus dimensiones y que ya hemos encontrado en otros eléctricos de su tamaño. La dirección se percibe precisa y cuenta con una asistencia adecuada, y su radio de giro, cifrado en 10,8 metros para la versión RWD, facilita las maniobras en calles estrechas y aparcamientos por lo que es evidente que ha sido ajustada para favorecer la maniobrabilidad. La posición de conducción elevada, típica de los SUV, proporciona una buena visibilidad del entorno ideal para entornos urbanos. La entrega instantánea de par del motor eléctrico (545 Nm) dota al Explorer de una excelente agilidad en el tráfico de ciudad, permitiendo incorporaciones rápidas y una respuesta inmediata al acelerador. En cuanto a la suspensión es algo firme para terrenos irregulares pero no llega a ser brusca o incómoda pero en cualquier caso más rígida que en los modelos de VolksWagen.
Cuando el Explorer eléctrico sale de la ciudad y se adentra en carreteras secundarias o autopistas, demuestra ser un rodador muy ambicioso, todo un rutero. Presenta un buen control de la carrocería a velocidades más elevadas y al negociar curvas, transmitiendo una sensación de aplomo y seguridad, momento en el que la inversión en una suspensión algo más rígida da sus dividendos. La insonorización del habitáculo está bien lograda, ofreciendo un ambiente silencioso con un nivel reducido de ruido de rodadura o aerodinámico, algo característico de los vehículos eléctricos bien construidos y que contribuye significativamente al confort en viajes largos. En autopista, el Explorer mantiene una buena estabilidad lineal, y los sistemas ADAS, como el control de crucero adaptativo inteligente y el sistema de centrado de carril, funcionan con suavidad, ayudando a reducir la fatiga del conductor en trayectos monótonos.
La respuesta del motor para realizar adelantamientos es más que solvente. Los 286 CV y, sobre todo, los 545 Nm de par disponibles de forma casi instantánea, aseguran unas recuperaciones enérgicas que permiten ganar velocidad con rapidez y seguridad sobre todo en las modalidades de conducción como la sport con un comportamiento más dinámico. Los recorridos en terrenos virados nos devuelven una sensación agradablemente directa y comunicativa, más de lo que suele ser habitual, y una excelente estabilidad en curva, que en este caso sí es habitual por el centro de gravedad más bajo que solemos encontrar en los modelos eléctricos. La combinación de una suspensión bien calibrada (aunque con esa tendencia a la firmeza ya mencionada), una buena insonorización y un tren motriz potente y suave hacen del Explorer eléctrico un vehículo apto para afrontar largas distancias, siempre y cuando la infraestructura de puntos de carga rápidos acompañe el viaje. Un punto a favor del Explorer es el de la eficiencia energética, que hemos encontrado ligeramente superior que en los modelos de Volkswagen, lo que hace de este modelo una buena elección para viajar.
Conclusiones
El Ford Explorer eléctrico Premium RWD de 286 CV es un producto valiente y quizás necesario para Ford en su andadura eléctrica europea. La estrategia de utilizar una plataforma probada y robusta pero a la vez completarla con un diseño que se desmarca de los modelos de Volkswagen y que al mismo tiempo se inspira en un modelo histórico del fabricante alemán es audaz pero puede funcionar muy bien en un mercado necesitado de novedades si se quiere combatir el auge de los modelos asiáticos. Cuando se entra en contacto con este coche enseguida se nota un esfuerzo por un lado de dar una identidad estética única al exterior del coche y por el otro por aumentar la calidad de los acabados y proporcionar materiales de calidad en el interior. También notable la mejora del sistema SYNC con otra apuesta original en la pantalla oscilante que además muestra un sistema mucho más fluido y racional.
Nos han gustado las apuestas por un espacios de almacenamiento interior capaces y originales, aunque algunos elementos heredados como la espartana pantalla de información detrás del volante que sustituye a los indicadores o los mandos en el volante de tipo táctil que son poco intuitivos juegan en contra de la generalizada sensación de ergonomía y calidad deln interior. La apuesta por un diseño más «todoterreno» y un tamaño más compacto penaliza ligeramente en aspectos como el tamaño del maletero, pero no de forma significativa. Nos ha gustado mucho el tacto casi deportivo en conducción dinámica así como una buena insonorización que conjuntamente con un buen sistema de sonido, hasta de 10 altavoces, contribuyen a que el confort de marcha en viajes sea alto. Un buen SUV eléctrico con una apuesta estratégica por parte de Ford da en el clavo con las sensibilidades del conductor europeo.
8.6
NOTA
NOS GUSTA
Autonomía
Acabados
A MEJORAR
RESUMEN
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