Microsoft Store nunca ha tenido el protagonismo que Microsoft habría deseado dentro del ecosistema Windows. Durante años, su presencia ha sido más bien discreta, y para muchos usuarios representaba poco más que un lugar desde el que descargar alguna app oficial de Microsoft o algún juego ocasional. Sin embargo, en Redmond no se rinder, y las últimas actualizaciones muestran que la compañía quiere convertirla en un pilar central de la experiencia en Windows 11, con una mezcla de rendimiento optimizado, inteligencia artificial y personalización al servicio del usuario.
Uno de los pilares de esta transformación es el rendimiento. Según datos de la propia Microsoft, la tienda arranca ahora el doble de rápido que hace apenas seis meses, una mejora que no solo se aprecia en cifras, sino también en el uso cotidiano. Las instalaciones también han ganado fiabilidad y velocidad, reduciendo los tiempos de espera y los posibles errores, un punto que durante mucho tiempo fue fuente de frustración. A esto se suman pequeños detalles que suman: cuadros de diálogo más ágiles, y una nueva sección que muestra la última fecha de actualización de cada app o juego.
Pero la verdadera revolución viene de la mano de la personalización y la inteligencia artificial. La pantalla de inicio de Microsoft Store se adapta ahora al comportamiento del usuario, mostrando sugerencias basadas en su actividad reciente, las tendencias locales o las promociones activas. La búsqueda también ha sido rediseñada para comprender mejor la intención del usuario, basándose en señales como actualizaciones, valoraciones o popularidad. Y en Estados Unidos, Copilot hace acto de presencia directamente en la tienda, permitiendo hacer preguntas o comparar productos desde las propias fichas. No hablamos de una capa cosmética: hay un verdadero esfuerzo por hacer que la tienda sea útil, no solo accesible.
La integración con Windows 11 se ha profundizado notablemente. Ya no es necesario abrir la tienda para instalar aplicaciones: basta con buscarlas desde la barra de búsqueda del sistema y, en algunos casos, incluso se sugieren apps para abrir archivos si no hay ninguna instalada. Es un paso importante hacia una experiencia más fluida y menos dependiente de pasos manuales. Y si bien esta función aún se encuentra en pruebas, apunta claramente hacia un modelo más inteligente y autónomo de gestión del software.
Otra novedad interesante es la incorporación de nuevas insignias que identifican aplicaciones con funciones de inteligencia artificial o compatibilidad con los nuevos Copilot+ PC. Estos distintivos facilitan la elección informada, especialmente en un momento en el que la IA empieza a marcar diferencias tangibles entre unas aplicaciones y otras. En conjunto, la tienda no solo se vuelve más rápida, sino también más clara y más transparente, tanto para usuarios como para desarrolladores.
Todo esto apunta a un cambio de estrategia claro por parte de Microsoft. La Microsoft Store ya no es una pieza menor, sino un nodo clave en su visión de Windows como plataforma inteligente, centrada en el usuario y potenciada por la inteligencia artificial. La pregunta, claro, es si los usuarios —acostumbrados a instalar software desde la web o repositorios independientes— le darán una segunda oportunidad. Pero al menos, esta vez, Microsoft parece decidida a merecerla.
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